20 de junio de 2015

La catáfora como metáfora

«DEFINA brevemente, en un máximo de treinta palabras, el término catáfora y aporte un ejemplo que aclare su definición».

Tal es la terrible pregunta que han hecho estos días en el examen de Selectividad de Lengua Castellana en Cataluña. Frustrados, los estudiantes pusieron el grito en el cielo y a la salida del examen se lanzaron a las redes sociales a lamentar el suceso. «Una catáfora destroza media cataluña», tuiteó uno de ellos escribiendo Cataluña con minúscula, puesto que Twitter debe de ser un territorio comanche en el que no rigen las normas de ortografía. ¡Ah, si hubieran sabido algo de griego!

¿Catáfora...?
El prefijo kata- significa 'hacia abajo', y el abstracto -phora deriva del verbo phero 'llevar'. Catáfora es, en simples palabras a partir de su etimología, la referencia de un término a otro que aparece después, anticipándolo, en un texto. Verbigracia: 'Eso es lo que me gusta de ti, que nunca te enfadas'. La anáfora, en cambio, remite a un elemento aparecido con anterioridad (ana- 'hacia arriba'). Ambas forman parte del sistema de referencias del discurso, a veces con valor retórico. 

Explicaciones al margen, puede ser disculpable no saber qué es una catáfora. Pero la «catáfora», en los tiempos que vivimos, no es sino la «metáfora» de lo mucho que el sistema educativo español permite ignorar en relación con las lenguas clásicas. (Metáfora: otra palabra de origen griego; meta 'cambio'). Estudiantes de Medicina lo comprobarán con el griego al llegar ahora a la Facultad, estudiantes de Derecho con el latín, por no hablar de los estudiantes de Filologías y de Lingüística. 

Ignorar qué es una catáfora no es cuestión tan baladí.