13 de enero de 2015

Nadie olvida a un buen maestro

UN laureado entrenador de baloncesto, Pepu Hernández (Madrid, 1958), recordaba en una entrevista radiofónica (RNE, No es un día cualquiera, 14 sep 2014) la importancia que tuvo para él su profesor de Latín, Francisco Torrent, "personalidad extraordinaria dentro y fuera del aula".

—Tengo que reconocer que para mí ha sido una de las personas más importantes de mi vida, a pesar de que aprobaba muy pocas veces con él.

Cuando tienes que estar con los profesores directamente lo único que te preocupa es la nota que te pongan. Después te das cuenta de qué es lo que significan las personas. Pasan los años y dices: ¡lo que me han enseñado!, o ¡cómo me hubiera gustado a mí ser profesor!, que eso siempre me ha pasado por la cabeza.

¿Qué tendría este profesor de latín, ya fallecido, del Ramiro de Maeztu de Madrid, para que tan rotundamente un «irregular» estudiante de latín, pero consciente y sincero, declare, pasado el tiempo, su devoción por él?… 

O se los ama o se los odia. Estoy convencido de que hoy en día se los ama cada vez más, y unos pocos del pasado tuvieron mala suerte con ellos, lo que no les impidió valorar y amar la lengua de la antigua Roma.

Nadie olvida a un buen maestro es el título de un libro que recogía en 1999 una serie de entrevistas a relevantes personajes de la época sobre el recuerdo de sus profesores y sus estudios, que, de pasada, contenía frecuentes alusiones y opiniones acerca del latín y las humanidades que retomaremos en otro momento.

Pepu Hernández tendría un puesto de honor en un libro de esas mismas características si hoy se volviera a publicar: por sus méritos deportivos y por su intenso recuerdo de un profesor de latín sin necesidad de haber sacado sobresaliente en su materia.