31 de marzo de 2014

El arte griego está de moda

LA colección 'Primavera 2014' de los diseñadores de moda Dolce & Gabbana (presentada en septiembre de 2013) se inspira en el arte griego que floreció en Sicilia en la Antigüedad clásica. Y no por casualidad, pues Sicilia, isla de múltiples culturas, es el lugar de nacimiento de Domenico Dolce. Templos, columnas, paisajes arqueológicos greco-sicilianos y monedas aparecen estampados o engastados en túnicas, preciosos vestidos y complementos, en el caso de ellas; en camisas, camisetas y trajes, además de ropa interior, en el caso de ellos.  


     

Vista y valorada en conjunto, la colección femenina es imaginativa, fantástica y de ensueño. En cambio, la colección masculina ofrece algunos looks estrafalarios y epatantes, para quienes carecen del sentido del ridículo a la hora de vestir.

En estas prendas de Dolce & Gabbana, el arte fugaz y perecedero que es la moda se inspira de forma creativa y elevada en el arte griego intemporal. Como se ve, no son simple indumentaria de mercadillo, T-Shirts del barrio de Plaka. Sólo pensarlo puede resultar hiriente, un insulto al buen gusto y al trabajo bien hecho.

23 de marzo de 2014

Leónidas mejor que Temístocles

CONFIESO que 300 (Zack Snyder, 2006) es una película que me gustó bastante. El cromatismo de cada plano, los hallazgos visuales nunca antes vistos, la imaginación sin fin, la violencia coreografiada, el slow-motion, el rock industrial ejerciendo de épico en la banda sonora, el humor involuntario en medio de sentencias solemnes y, sobre todo, la innegable proximidad al espíritu espartano que nacía del cómic de Frank Miller en el que se basaba con gran fidelidad, casi viñeta a viñeta, desde la primera a la última secuencia, aunque no en el mismo orden...; todo ello, en fin, hacía —hace— de 300 una película que algunos muy pronto consideraron "de culto".


Así que, cinematográficamente, era lo de menos que en la batalla de las Termópilas los hoplitas espartanos lucharan de uno en uno (como los héroes homéricos) y que lo hicieran semidesnudos y luciendo un bigote que, según parece, los auténticos se cortaban por razones rituales. Aquello no era así históricamente, claro, igual que tampoco los éforos eran unos viejos babosos ni el traidor Efialtes un enano jorobado (superviviente a la eugenesia lacedemonia), frustrado por no haber sido admitido entre los auténticos espartiatas. Aquello salía de la imaginación, no de la historia.


Con las mismas premisas estéticas de Snyder, pero llevadas al extremo, 300: El origen de un imperio (Noam Murro, 2014) se centra en la batalla de Salamina, que ocurre simultáneamente a la resistencia de las Termópilas y tiene como protagonista al ateniense Temístocles. En El origen... se entreteje el argumento de 300 y por ello ambas películas se complementan, formando un díptico temático sobre las guerras médicas: el final de 300 preludia la batalla de Platea, mientras que El origen... muestra en flashback la batalla de Maratón (en la que, si bien es cierto que participó Temístocles, no lo fue dando muerte al rey Darío de un flechazo, licencia del guión para explicar la venganza inmediata de su hijo, el aquí infumable Jerjes).

300: El origen de un imperio vierte demasiados litros de sangre que sale eyectada de los cuerpos salvajemente desmembrados de los luchadores y pone en boca de un Temístocles carente del carisma de Leónidas frases convencionales y tan manidas como esa de 'preferir morir de pie a vivir de rodillas'. Nos ha parecido un par de peldaños por debajo de su antecesora. Ofrece, no obstante, como novedad luchas navales que tienen lugar sobre fondos negros y azules cobalto de cielos y aguas, y un atractivo personaje femenino, Artemisia (inspirado en el que menciona Heródoto, Historia VII 99, interpretado por Eva Green), cuyo odio hacia los griegos obedece sin embargo a causas ya vistas otras veces.


300: El origen de un imperio (2014)  
300 (2006) 

Paul Cartledge, Termópilas. La batalla que cambió el mundo, Barcelona: Ariel, p. 222.