23 de marzo de 2014

Leónidas mejor que Temístocles

CONFIESO que 300 (Zack Snyder, 2006) es una película que me gustó bastante. El cromatismo de cada plano, los hallazgos visuales nunca antes vistos, la imaginación sin fin, la violencia coreografiada, el slow-motion, el rock industrial ejerciendo de épico en la banda sonora, el humor involuntario en medio de sentencias solemnes y, sobre todo, la innegable proximidad al espíritu espartano que nacía del cómic de Frank Miller en el que se basaba con gran fidelidad, casi viñeta a viñeta, desde la primera a la última secuencia, aunque no en el mismo orden...; todo ello, en fin, hacía —hace— de 300 una película que algunos muy pronto consideraron "de culto".


Así que, cinematográficamente, era lo de menos que en la batalla de las Termópilas los hoplitas espartanos lucharan de uno en uno (como los héroes homéricos) y que lo hicieran semidesnudos y luciendo un bigote que, según parece, los auténticos se cortaban por razones rituales. Aquello no era así históricamente, claro, igual que tampoco los éforos eran unos viejos babosos ni el traidor Efialtes un enano jorobado (superviviente a la eugenesia lacedemonia), frustrado por no haber sido admitido entre los auténticos espartiatas. Aquello salía de la imaginación, no de la historia.


Con las mismas premisas estéticas de Snyder, pero llevadas al extremo, 300: El origen de un imperio (Noam Murro, 2014) se centra en la batalla de Salamina, que ocurre simultáneamente a la resistencia de las Termópilas y tiene como protagonista al ateniense Temístocles. En El origen... se entreteje el argumento de 300 y por ello ambas películas se complementan, formando un díptico temático sobre las guerras médicas: el final de 300 preludia la batalla de Platea, mientras que El origen... muestra en flashback la batalla de Maratón (en la que, si bien es cierto que participó Temístocles, no lo fue dando muerte al rey Darío de un flechazo, licencia del guión para explicar la venganza inmediata de su hijo, el aquí infumable Jerjes).

300: El origen de un imperio vierte demasiados litros de sangre que sale eyectada de los cuerpos salvajemente desmembrados de los luchadores y pone en boca de un Temístocles carente del carisma de Leónidas frases convencionales y tan manidas como esa de 'preferir morir de pie a vivir de rodillas'. Nos ha parecido un par de peldaños por debajo de su antecesora. Ofrece, no obstante, como novedad luchas navales que tienen lugar sobre fondos negros y azules cobalto de cielos y aguas, y un atractivo personaje femenino, Artemisia (inspirado en el que menciona Heródoto, Historia VII 99, interpretado por Eva Green), cuyo odio hacia los griegos obedece sin embargo a causas ya vistas otras veces.


300: El origen de un imperio (2014)  
300 (2006) 

Paul Cartledge, Termópilas. La batalla que cambió el mundo, Barcelona: Ariel, p. 222.

2 comentarios:

  1. De acuerdo contigo, saludos.

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  2. Yo también coincido contigo en general. Creo que la segunda película es bastante buena, pero sale perdiendo al lado de la primera, que, como dices, es un cóctel perfecto de verdad histórica, ficción artística, imágenes y música. A mí me chocó la primera vez que lo vi, precisamente porque era nuevo, pero ahora reconozco que es original, tiene mucha fuerza y ha creado un estilo que con más o menos fortuna otros están siguiendo (y ésta es una de las mejores cosas que se pueden decir de una obra de arte): "Immortals" con menos, en mi opinión, y "300: El origen" con toda.

    Lo más llamativo de la película en relación con el cómic es la incorporación a la historia de un personaje femenino, Gorgo, que encontró la oposición del autor del cómic, Miller, pero que es necesaria -y a mi juicio acertada- por dos razones: en la gran pantalla se hace necesario cambiar de escenarios (dos horas de secuencias en un campo de batalla son indigeribles); y si una superproducción quiere ser rentable, debe atraer al público con algún personaje femenino, bello y enamorado del prota (en la segunda película, con escenas más tórridas que en la primera, para compensar su inferior calidad).

    De "300: El origen" lo mejor que puedo decir es que es la primera película, que yo sepa, que se atreve con lo más difícil: representar una batalla naval (no cuento otras películas, más o menos antiguas, donde la reccreación es tan poco creíble que ni la considero recreación). Por poner un ejemplo de cómo se rehúyen estas recreaciones, en la serie "Roma" la batalla de Accio es despachada con una corta escena en la que se representa a Marco Antonio huyendo en una barca. En la película de Murro, en cambio, las batallas navales son no sólo creíbles, sino además vigorosas. Por otro lado, las historias ficticias de Jerjes y Artemisia me parecen muy acertadas, y aunque no sean reales, contienen su núcleo de verdad, ya que pudieron haber sucedido (desde luego, la violación de la madre de Artemisia).

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