18 de diciembre de 2012

El 'Ave Maria' de Schubert

ESTE célebre tema musical tiene su origen en Walter Scott (1771-1832), escritor escocés considerado el pionero de la novela histórica contemporánea, que es el género literario actualmente en boga más cercano al bostezo. Scott escribió novelas históricas románticas como Ivanhoe, Quintin Durward o Rob Roy, y también poemas narrativos, entre ellos The Lady of the Lake (1810). El tercer canto de este largo poema contiene una plegaria que la heroína, Ellen Douglas (la Dama del Lago), dirige a la virgen María.


Llegamos a quien nos interesa, Franz Schubert. En 1825 compuso un ciclo de siete lieder (canciones) a partir de la traducción alemana del poema de Scott realizada libremente por Philip Adam Storck en 1819. Con este trabajo, el compositor alemán esperaba ganar fama en Inglaterra. Cada estrofa de la sexta canción del ciclo —la tercera en boca de la muchacha Ellen (de ahí el título originario, Ellens dritter Gesang)— comienza y termina con la fórmula Ave Maria, que proviene del Evangelio (según traducción latina). Son las palabras con las que el arcángel Gabriel (Lc I, 28), y también Isabel (Lc I, 42), saludan a María anunciándole su futura condición de madre de Dios. 

Con el tiempo, el texto latino bíblico incorporado a la liturgia cristiana en el siglo XVI se ha impuesto a los versos de Scott/Adam Storck; y así es como en nuestros días se escucha cristianizado el lied pagano de Schubert, en ceremonias nupciales, en Navidad entre los villancicos, en cualquier momento «sublime» de la vida. 

Aquel verano de 1825, Schubert y el barítono Johann Michael Vogl interpretaron con gran éxito ante sus amigos la Tercera canción de Ellen. No obstante, si quisiéramos atenernos a la originaria voz femenina de la estrofa de Scott, deberíamos pensar mejor en una voz de mujer para ella. La más cálida, melancólica y nostálgica de todas hoy día es tal vez la de la soprano estadounidense Renée Fleming:
               

No sé ya si la fiesta de la Anunciación se celebra o se ha celebrado alguna vez el 18 de diciembre. Sí, en cambio, que Renée Fleming nos visitó en España y cantó el Ave Maria de Schubert en el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid hoy hace justamente un año.

The New Grove Dictionary of Music and Musicians (1980), vol. 16, p. 765.

6 de diciembre de 2012

Humanistas para empresas 'high-tech'


A más de uno le sorprenderá y le parecerá increible. Google necesita y contratará a más de 4.000 titulados en Humanidades en los próximos años. En estos términos se expresaba Marissa Mayer (n. 1975), ingeniera, diseñadora, jefa de productos, ejecutiva..., vicepresidenta de Productos de Búsqueda y Experiencia de Usuario de Google en el momento de la noticia y, desde julio de 2012, flamante presidenta y CEO (consejero delegado) de Yahoo!

La carrera profesional de Mayer es tan espectacular como trascendental ha sido su trabajo en Google, aunque éste puede pasar inadvertido a muchos de los usuarios del buscador. Mayer ha supervisado casi todos los productos de comunicación del gigante tecnológico, incluída la homepage en la que el logotipo de la compañía aparece adornado en las grandes ocasiones con un garabato cultural (un doodle), o bien se alarga reflejando el proceso de búsqueda y la acumulación de páginas. Ambos detalles tienen más importancia de la que se pueda pensar a simple vista: combinando tecnología con humanismo, humanizan y hacen más amable la relación entre el programa y el usuario.

Marissa Mayer se diplomó en Ciencias y Artes (éstas, Artes Liberales; o sea, Humanidades y Ciencias Sociales) en la Universidad de Stanford (California), y se graduó en Sistemas Simbólicos teniendo asignaturas de Lingüística, Filosofía, Psicología, Comunicación, Educación; también de Programación Informática. 

Para Mayer, a la hora de crear una interfaz, que es de hecho un medio de comunicación, los humanistas —llamemos así a los titulados en Humanidades— aportan la observación y el conocimiento de las personas mejor que los matemáticos y los tecnólogos, por no decir la cultura que implica algo tan aparentemente sencillo como idear un doodle.