2 de septiembre de 2012

La restauración de un 'ecce homo'

ESTE verano nos ha dejado dos acontecimientos «culturales» novelescos, cuya difusión por los medios de comunicación ha permitido poner en boca de las gentes dos títulos en latín. Me refiero, claro está, a la feliz recuperación del Codex Calixtinus y a la desgraciada restauración pictórica del Ecce homo de Borja (Zaragoza). 

Ecce homo ('He aquí el hombre', 'Ahí tenéis al hombre') es un latinismo que procede de la traducción latina (la Vulgata de San Jerónimo, del siglo IV) del pasaje del evangelio de San Juan (Jn 19, 5) en el que Poncio Pilato presenta ante el pueblo a Jesucristo, después de flagelado, con una corona de espinas y un manto de color púrpura. El arte, a partir del siglo XV, ha representado en pintura y escultura esta imagen religiosa maltrecha, que ha dado lugar a la expresión 'ecce homo' para describir la apariencia física desastrosa y magullada de una persona: «estar hecho un eccehomo», igual que «estar hecho un cristo».


El Codex Calixtinus fue robado de la catedral de Santiago de Compostela y, ya recuperado, se habrá podido ver que no era una obra cualquiera, sino un manuscrito iluminado (ilustrado) del siglo XII, de grandísimo valor cultural, artístico, literario, lingüistico y, por supuesto, bibliográfico. La parte de este códice más difundida es el libro V, un itinerario (o, como diría un periodista inspiradamente, una «guía turística», la primera de todas) del Camino de Santiago. 'Calixtino' se llama por serle atribuida su composición al papa Calixto II.

Ambos términos han rebasado de forma natural el ámbito de los especialistas (arte y literatura, respectivamente) para ser de dominio público y de conocimiento general —y si no ha sido así, es una lástima— por parte de cultos y profanos. 

Me abstengo de comentar las posibilidades jocosas que tienen los pormenores de ambos sucesos.

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